dimarts, 6 de desembre del 2011

El hombre detrás de la leyenda

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Y lo encontró. Y mandó a Ali a los infiernos con un golpe celestial que puso a Muhammad en cincuenta mil fotografías de prensa: Ali en la lona. El Gran Ali en la lona, impávido, cantándole a las sirenas en medio de las tenebrosas nieblas del callejón oscuro, y aun así se levantó, se deslizó a lo largo de los dos minutos y treinta y cinco segundos que le quedaban de infierno, en un último ejercicio de la voluntad, logrando que se mantuvieran en pie los fundamentos de hierro de su ego que indicaban que el Gran Ali no podía ser noqueado. Así discurrieron los últimos segundos de una gran pelea, con Ali en pie. Frazier había ganado.
Ali acababa de demostrarle a América lo que en secreto todos esperábamos que fuera verdad. Que era un hombre. Que podía soportar la tortura física y mental y, aun así, seguir en pie.
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...es verdad que hay algo en ti que nunca ha podido someterse, una cólera, un deseo, una tristeza, una impaciencia, un desprecio, en suma, una violencia... y mira, tus venas llevan oro, no barro; orgullo, no servidumbre.
Rey has sido, Rey desde siempre...

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