dimarts, 7 de febrer del 2012

Sabes, nunca creí en las casualidades

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20 de Enero

- ¿De nuevo por aquí?.
- ¡Buenos días!.
- ¡Hola!.  ¿Qué quieres esta vez?.
- Quiero mandar este paquete a Edimburgo.
- Veamos. Edimburgo... Escocia... Países Bajos. ¡Perfecto!.
- Bueno... Yo creo que Escocia, al menos de momento, sigue perteneciendo al Reino Unido...
- ¡Claro, lo que yo decía, los Países Bajos!. Mira qué bien, tienes incluso oferta en el precio. Por cierto, tu letra es muy bonita. Bueno, ya está todo listo, dejo el paquete aquí hasta que lo enviemos.
- De acuerdo, pero no te olvides de mandarlo, ¿Vale?.
- ¡Claro que no. Además, si fuera necesario, te lo llevo yo en persona!.

Supongo que en otro momento me hubiera tomado ese último comentario como un halago, pero en esa ocasión y después de aquella conversación, sentí un temor enorme al recordar que la probabilidad de que mi paquete acabase en Holanda, era tremendamente alta.



1 de Febrero

- Buenas tardes.
- Hola. ¿Qué quieres?.
- Vengo a haceros una consulta. Mandé un paquete hace días y la última noticia que tengo de él, es del día 26. Tengo la ligera sospecha de que puede estar en un destino equivocado. ¿Hay alguna forma de que vosotros podáis darme alguna información?.
- No. Lo cierto es que tú tienes más datos que nosotros, porque cuando el paquete sale del territorio nacional, ya no volvemos a saber nada más de él.
- Así que entonces, ¿No se puede hacer nada?.
- Bueno, puedes preguntarle al destinatario. Quizá sepa alguna cosa.
- Es que... El paquete es una sorpresa... Así que él no sabe nada...
- Bueno, dile que tiene una sorpresa en la oficina de correos.
- Pero si le digo eso... Yo creo que el factor sorpresa desaparece...
- ¡Qué va, qué va!. Seguro que cuando le preguntes, como no lo esperará, se quedará sorprendido.
- ¿Quieres decir que esa opción puede catalogarse como sorpresa?.
- ¡Por supuesto!.

Ante tal argumentación no pude más que marcharme de allá, sin imaginarme, ni por un momento, que la sorpresa me la iba a llevar yo.



2 de Febrero

- Hola. Vine ayer a preguntar por el paquete de Edimburgo.
- Ah, sí. ¿Verdad que se sorprendió?.
- Sorprendida me quedé yo cuando él me dijo que no había recibido ningún paquete, ni tampoco una notificación para pasar a recogerlo. Además ha llamado a la oficina de correos para localizar el envío con el número de referencia y le han dicho que allá no hay ningún paquete.
- Que extraño. ¿Tienes aquí el resguardo?.
- Sí. Toma.
- Bueno, aquí consta que le han dejado una notificación porque no se encontraba en casa. Pero resulta que...
- ¿Qué?.
- Resulta que el paquete está retenido.
- ¿Cómo?. ¿Está secuestrado?.
- No lo sé. La única información que tenemos es ésa. El paquete está retenido en una oficina EH9. Pero tranquila, está en el lugar de destino correcto.
- ¿Me estás diciendo, que aunque mi paquete lleve siete días en paradero desconocido, no debo preocuparme porque al menos sabemos que está en Edimburgo?.
- Eso es.
- Pero, en Edimburgo,  ¿Dónde?.
- Retenido.
- A ver, una cosa. ¿Hay alguna posibilidad de que vuelva a recuperarlo?.
- Tan sólo puedo decirte que esperes 15 días para ver si te lo devuelven.

Y mientras ella seguía hablando, lo único que yo tenía en mente en ese momento, era la idea de que pudieran llamarme desde Edimburgo para pedir un rescate por el paquete.

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