dissabte, 13 d’agost del 2011

Podía haber sido un hombre que se hace a la mar para siempre

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-Aquí tiene el té –ofreció Noboru a su espalda, acercándole a la mejilla una taza de plástico pardo oscuro. Ausente, Ryuji la tomó en sus manos. Advirtió que la mano de Noboru, probablemente a causa del frío, temblaba ligeramente.
Inmerso aún en su sueño, Ryuji apuró el té tibio. Sabía amargo. La gloria, como todo el mundo sabe, tiene un sabor amargo.

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