diumenge, 28 d’agost del 2011

Y ahora donde voy, voy solo, o con otros que vayan por la misma razón que yo

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Philip: Estoy harto de todo. ¿Sabes dónde me gustaría estar?. En algún lugar como Saint-Tropez, en la Riviera, despertándome por la mañana sin estar metido en una guerra inmunda, y con un café con verdadera leche... y brioches con dulce de frutilla fresco, y oeufs au jambon, todo servido en bandeja.
Max: ¿Y la chica?.
Philip: Sí, y la chica también. Tienes toda la razón, con la chica. Con zorros plateados y todo.
Max: Te dije que no te convenía.
Philip: O acaso sí. Estoy en esto desde hace tanto tiempo que estoy harto. Harto de todo esto.
Max: Lo haces para que todos puedan tomar un buen desayuno como ése. Lo haces para que nadie tenga hambre. Lo haces para que los hombres no tengan que temer a la enfermedad o a la vejez; para que puedan vivir y trabajar dignamente, no como esclavos.
Philip: Sí, sin duda. Ya lo sé.
Max: Sabes por qué lo haces. Y si tienes un pequeño défaillance puedo comprenderlo.
Philip: Este fue más bien un défaillance enorme, y me duró mucho tiempo. Desde que vi a la chica. No se sabe qué es lo que te hacen.

(Se acerca, sibilante, un proyectil y el ruido de su explosión en la calle. Se oye el llanto de un chico; primero con sollozos altos, después breves, agudos, débiles. Se oye a la gente correr por la calle. Se acerca otro. Philip ha abierto las ventanas de par en par. Después del estallido, vuelve a oírse a la gente corriendo).

Max: Lo haces para que eso termine para siempre.
Philip: ¡Los puercos!. Lo calcularon para el momento en que la gente saliera del cine.

(Se acerca otro proyectil, estalla, y se oye gruñir a un perro por la calle).

Max:
¿Has oído?. Lo haces por todos los hombres. Lo haces por los niños. Y a veces hasta lo haces por los perros. Ve y quédate un rato con la chica. Te necesita ahora.

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